Aquí vinimos a descansar. Y la verdad es que no me puedo quejar del
hotel. Son esos ruidos en la habitación de al lado... Su cadencia
inicial, su ritmo in crescendo, el arrebato final... Y luego esas
pausas. Ese maldito silencio que me mantiene en vilo hasta que vuelvo a
escuchar los chirridos del somier. Para mañana nos han organizado un par
de visitas guiadas y una cena especial por nuestro aniversario. Pero no
puedo dormir. Son esos jadeos disimulados detrás de la pared… Su
compás, su viveza. Y los pies fríos de Samuel, su respiración, su
cogote, su presencia... Y este ahogo…
viernes, 27 de enero de 2017
RANAS
La sopa de fideos fría no vale nada. Gracias. Capital, Reikiavik. Hay
pájaros en el bosque. Al salir de la escuela. Y miedo, aunque prefiero
los tonos pastel. Flotan los zapatos. El médico dice que escriba. Lo
hago muy bien. Gracias. Me duele la cabeza. Ahí, donde silban los ecos.
Ya estoy algo mejor. Gracias. Crepitan gotas de lluvia. Siete por tres,
veintiuno. Y arañan las náuseas. Como dientes de sierra. Cuidado con los
hermanos pequeños. Gracias. Se sueltan de la mano. Capital, Copenhague.
Si llueve, crece el río. No hay que ir a cazar ranas. Soy un buen
chico. No recuerdo. Seis por nueve, cincuenta y cuatro. Capital,
Estocolmo. Gracias.
PAPEL
El niño borronea frases en un papel. Una mujer escribe acerca de un niño
que borronea frases en un papel. Un escritor inventa una mujer que
escribe acerca del niño que borronea frases en un papel. La redacción
del niño trata sobre un escritor que narra la historia de una mujer que
escribe acerca del niño que borronea frases en un papel. La mujer
suprime el personaje del niño. El escritor descarta la figura de la
mujer. El niño hace un burujo y acierta en la papelera.
martes, 24 de enero de 2017
MENGANO
La bala, en la sien.
En el cuello la marca de una soga.
Los cortes, en la muñeca.
En la sangre una sobredosis de barbitúricos.
Los pies, en el canto de la azotea.
Los pies, en el canto de la azotea.
Mientras tanto, don Anselmo Bermúdez Castro, propietario del
restaurante El Chusco, sito en la planta baja del edificio, propone a
David González Marco, camarero de reputado prestigio en la profesión,
que vaya desplegando los toldos. El sol empieza a caldear y hay que
preparar la terraza.
NOCTURNO
—Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol, y si te animas, podemos tener algún hijo. Ahora bien…, lo del libro ya es otro cantar.
—Viejo loco... Anda, pásame más cartones. Dicen que esta noche volverá a helar.
viernes, 20 de enero de 2017
DUAL
Aún hoy siento (sentimos) cierto rencor hacia el ginecólogo por
administrar a mi (nuestra) madre un fármaco en vías de experimentación.
¡A causa de unas simples hemorroides! La cuestión es que vine (vinimos)
al mundo con este lamentable aspecto y condenado (condenados) a
soportarnos. La circunstancia me (nos) ha acarreado incontables
dificultades de convivencia: reyertas por mamar de la misma teta,
discusiones por dormir de uno u otro lado, guantazos para escoger la
fulana con la que enredarnos... Resulta incómodo esto de ser bicéfalo.
Únicamente llegué (llegamos) a un acuerdo cuando elegí (elegimos) vivir
del cuento. Lo malo es que yo trabajo de escritor, y éste, de crítico
literario.
miércoles, 18 de enero de 2017
EL PROBLEMA
Mi hermana Adela ha experimentado
una mejoría prodigiosa desde que nos trasladamos a este pacífico lugar. Ahora
mismo estoy convencida de que es una niña feliz. Yo también podría serlo si no
fuera por... el problema.
Adela ha encarado con denuedo su
fatídica enfermedad. Al principio le negaron toda esperanza. Dijeron que sus
fuerzas se irían disipando lánguidamente al compás de cada uno de los vahídos
de su respiración, que ese extraño mal de la sangre se había infiltrado en ella
como una larva voraz y la iría consumiendo desde dentro.
Nos aconsejaron que partiéramos del
arrabal porque el humo ceniciento de la chimenea no hacía ningún bien a la
niña. Quién sabe si, tal vez, no era el causante de tan misteriosa dolencia.
«¿El humo de la fábrica es el gusano, papá?», preguntó a la salida del
hospital, abatida en su silla de ruedas. Una semana después nos veníamos a
vivir al campo. Aunque parezca mentira, en unos días Adela recuperó el gesto
vivaz y el color sonrosado de los labios, y con cada vahído de su respiración
se esclarecía el fulgor celeste de su mirada.
«No más de tres meses...», habían
sentenciado los médicos. Y el gusano le iba devorando las entrañas a mi
hermana. Y a mí el llanto amargo de papá me devoraba el alma. Pero ahora, desde
que arraigamos en este hermoso paraje, Adela va redimiendo su risa alegre, a
veces algo chillona, retoñan poquito a poco sus ensortijados cabellos de color
azabache y por las noches ya no gime de dolor, pues su sueño se ha hecho tan
hondo como reposado.
Ayer recorrimos juntas la vega del
río. Solas, Adela y yo. Y el olor a tierra escarchada en la flor del espliego.
Adela volvía a sentirse dichosa. Yo también podría serlo si no fuera por... el
problema.
El problema, el jodido problema,
radica —¡maldita sea!— en que se me ha agotado el matarratas. Y Adela renace
como un demonio al compás de cada uno de los vahídos de su respiración. Y a mí
cada vahído de su respiración me va devorando el alma.
martes, 17 de enero de 2017
LA CENA
Repiquetea la lluvia en las ventanas. Acababa de limpiar los cristales. Y
el niño dale que te pego con que no encuentra a la tortuga. Pongo una
lavadora. Sergio me recuerda la estricta puntualidad de su jefe. Esta
noche viene a cenar. Ordeno la cocina. Preparo la mesa. Unos indicios de
polvo me obligan a fregar de nuevo las copas. Sergio pregunta por su
corbata de color burdeos. El niño pide agua. Sergio no localiza un
calcetín. El niño busca ahora al gato. Sergio exige una camisa
planchada. Rompo una copa. Sergio me acusa de torpe. El niño, de
manazas. Corto unas verduras y enciendo el horno. Sergio pregunta qué
vamos a cenar. “Conejo”, respondo. “¿Y de primero?”. “¡Sopa!”, vocifero
malhumorada. “¿De qué?”. Me mantengo en silencio. Y el crío erre que
erre con que no aparece la tortuga. Ni el gato.
sábado, 14 de enero de 2017
INÉS
Dedicado a Lola
Creo que son extranjeros. Al niño calvo de la ciento uno le llaman el Hodgkin; debe de ser inglés, aunque se lamenta en un perfecto castellano. Al gordito de al lado le dicen el Asperger, pero siempre está callado y es imposible averiguar su idioma. Conmigo se confunden, me han nombrado como la Metástasis, o algo así. Los médicos son muy raros y no se les entiende ni la mitad de sus murmuraciones. No importa: me llamo Inés, tengo siete años y soy de Cuenca.
viernes, 13 de enero de 2017
LA LISTA DE LA COMPRA
Recuerda a papá que baje la tapa. Es mejor que pase desapercibido ante
los vecinos. Dile que no traiga más raspas de sardina, que las mondas de
patata son ideales para el puchero y que nos vendría muy bien algún
hueso de jamón. La linterna está en la mesita. ¡Ah!, y que no olvide que
el camión de la basura pasa sobre las once, a ver si vamos a tener un
disgusto.
EL INDIVIDUO
—Mañana volverá a llover. Lo de hoy ha sido una efímera tregua. ¡Vaya una primavera que llevamos…! A ver quién se atreve a guardar el paraguas.
Cuando sobrepasamos el noveno, afianzo la idea de que la condición humana está abocada al deprimente mundo de la incomunicación. Este hombre, por ejemplo… Permanece ahí, sentado, silente, taciturno. Me lo encuentro a diario. Siempre procuro darle algo de conversación, pero no obtengo por respuesta ni los buenos días. Vuelvo a insistir:
—El ascensor marcha cada vez más lento… —Nada…, ni mutis—. Y apesta; ¿no le parece?
Bajo en el duodécimo. Afuera, luce un sol espléndido.
Bajo en el duodécimo. Afuera, luce un sol espléndido.
EL ARMARIO
Yo atendía con interés tu entusiasta disertación sobre las propiedades
de aquella crema antiarrugas. Estabas empeñada en que se la regalara a
mi esposa. Cuando llamaste a la puerta quise decirte que vivía solo,
pero tu expresión entre solícita y apenada me dejó sin habla. Han pasado
varias semanas y, la verdad, me haces mucha compañía. Lo mejor es que
te quedes. Aunque he de hacer sitio en el armario. Tal vez… encogiéndole
las piernas al vendedor de seguros.
FINITUD
Papá solía morirse dos veces al día. Casi siempre por las calles del
centro. La multitud se aglutinaba alrededor mientras yo me encargaba de
las carteras. Mi hermana pequeña, de los bolsos. Entonces al menos
sacábamos para ir tirando. Pero llegó una época en la que tenía que
morirse quince o veinte veces diarias a cambio de una billetera vacía o
unas ridículas monedas. Luego hubo un tiempo en que todos pasaban de
largo. Hasta que algunos individuos volvieron a detenerse. Lo hacían con
disimulo para vaciarle a papá sus bolsillos. Ahora ni siquiera hay
gente. Nos limitamos a huir de los perros.
domingo, 8 de enero de 2017
LA DUDA
Esta vez no erraré el tiro. Me introduciré el cañón en la boca. Aunque me preocupa el estado en que puede quedar el cuarto de baño. Hecho un asco, seguro. ¿Y quién lo limpiará después?
Una duda: si fracaso de nuevo, ¿dónde irá a parar mi autoestima? Si finalmente me decido, ¿cómo sobrevivirán las plantas? ¿Y qué será de mi tortuga?
Debería dejar una nota, pero… ¿dónde colocarla? ¿Y si pasa el tiempo sin que nadie dé conmigo? ¿Y si llama el cartero?
Otra cosa: ¿quién le dará de comer al dóberman?
sábado, 7 de enero de 2017
EL CRUCIGRAMA
El hombre
suspira al terminar el libro. Mientras ojea las solapas, se remueve ligeramente
en el sillón de orejas. Luego mira a su mujer y le dice que, de regreso
en el metro y sin causa aparente, ha sufrido una insólita erección. Ella esboza
una mueca socarrona y le cuenta que esa misma mañana, en el autobús, se ha
sentido abochornada cuando, también sin motivo alguno, han despuntado sus
pezones erizados bajo la tela de la blusa. Ríen los dos. El hombre enciende el
televisor y la mujer retoma el crucigrama.
viernes, 6 de enero de 2017
Y VA DE CUENTO
Para disfrutar del placer de la lectura desde los 12 hasta los 111 años de edad.
Esta antología reúne veintidós relatos de distintos autores
considerados “clásicos” del cuento literario. El libro contiene enlaces
interactivos que permiten la lectura no solo en castellano sino también la del
texto tal y como fue publicado en su idioma original.
Para las ilustraciones se han utilizado principalmente obras de
pintores de finales del siglo XIX y principios del XX, cuyos títulos y autores
pueden consultarse también a través de enlaces internos. La adaptación al
castellano de todas las narraciones se ha efectuado sin alterar el espíritu de
la obra original y sin recurrir a añadidos o supresiones que pudieran
distorsionarlas, si bien se han sustituido aquellas palabras que hoy día
resultan pretenciosas o anticuadas y se han adaptado las oraciones demasiado
recargadas de vericuetos gramaticales con la finalidad de que no supongan un
obstáculo para que los jóvenes gocen de la lectura.
Asimismo se incorporan al texto enlaces externos que permiten
consultar directamente la biografía de los autores.
Las obras incluidas son:
La casa de muñecas, Katherine Mansfield.
El viejo
manuscrito, Franz Kafka.
El
cuentista, Hector Hugh Munro (Saki).
La pata de mono, W. W. Jacobs.
Misa de
gallo, Joaquim M. Machado de Assis.
La noche, Guy de
Maupassant.
El álbum, Antón P. Chéjov.
El
gigante egoísta, Oscar Wilde.
La
gallina degollada, Horacio Quiroga.
El capote, Nikolái Gógol.
Rashomon, Ryunosuke Akutagawa.
El cuento
del niño malo, Mark Twain.
Vivir
para siempre, James George Frazer.
El gato
negro, Edgar Allan Poe.
La pata
de palo, José de Espronceda.
La muerte
violeta, Gustav Meyrink.
El jardinero, Rudyard Kipling.
El fabricante de ataúdes, Alexander
Pushkin.
Sancha, Vicente Blasco Ibáñez.
El regalo de los reyes magos, O. Henry.
Aceite de perro, Ambrose
Bierce.
Y va de cuento, Miguel de Unamuno.
Puedes adquirirlo en:
EL SENTIDO DE LA BELLEZA
Al menos, para las mujeres, tiene mejor gusto. Siempre nos preocupamos
por educarle el sentido de la belleza. De Platón a Schopenhauer, le
inculcamos que no hay que mirar para comprender, sino para ver, que no
hay que preocuparse por el hecho, sino contemplar la esencia. Pero
nuestros esfuerzos resultaban baldíos. El primer animal que trajo a casa
fue una boa constrictor. Luego se decantó por aquellos repugnantes
escorpiones africanos. ¿Dónde vería el esplendor de la forma, la
armonía, el orden? Hoy, al fin, ha empezado a demostrarnos su
aprendizaje: la chica que ha enjaulado en el sótano es una rubia
despampanante; verdaderamente una delicia para los sentidos.
EL QUE APAGA LA LUZ
Lo beso en la frente. Apago la luz. Para que no se entere de que me he
marchado, entorno la puerta suavemente. A través de la rendija le echo
una última mirada. Esta vez ni siquiera me ha dado tiempo a terminar con
“y vivieron felices…” Desciendo de puntillas las escaleras para no
incomodar a Elena. Ha caído rendida sobre el sofá tras bañarlo y ponerle
el pañal. La verdad es que nos tiene agotados. Pero reconforta esa
mueca amable que dibuja su boca entreabierta en cuanto coge el sueño. La
lectura de un cuento se ha vuelto imprescindible. No importa; cuando yo
era pequeño, también él me narraba historias todas las noches. Y luego,
en silencio, apagaba la luz.
DOBLE FONDO
¡Tachán...!, canturreó el bicho desde el doble fondo del sombrero
mientras el prestidigitador retiraba, estupefacto, su brazo cercenado.
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