martes, 24 de enero de 2017

MENGANO


          La bala, en la sien.
          En el cuello la marca de una soga.
          Los cortes, en la muñeca. 
          En la sangre una sobredosis de barbitúricos. 
          Los pies, en el canto de la azotea.
         Mientras tanto, don Anselmo Bermúdez Castro, propietario del restaurante El Chusco, sito en la planta baja del edificio, propone a David González Marco, camarero de reputado prestigio en la profesión, que vaya desplegando los toldos. El sol empieza a caldear y hay que preparar la terraza.



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