viernes, 6 de enero de 2017

EL QUE APAGA LA LUZ

          Lo beso en la frente. Apago la luz. Para que no se entere de que me he marchado, entorno la puerta suavemente. A través de la rendija le echo una última mirada. Esta vez ni siquiera me ha dado tiempo a terminar con “y vivieron felices…” Desciendo de puntillas las escaleras para no incomodar a Elena. Ha caído rendida sobre el sofá tras bañarlo y ponerle el pañal. La verdad es que nos tiene agotados. Pero reconforta esa mueca amable que dibuja su boca entreabierta en cuanto coge el sueño. La lectura de un cuento se ha vuelto imprescindible. No importa; cuando yo era pequeño, también él me narraba historias todas las noches. Y luego, en silencio, apagaba la luz.


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